domingo, 25 de marzo de 2012

25

Hola bloggers:) Bueno, como siempre, vuelvo a sentir la tardanza, pero, como siempre, aquí está. Gracias por leerme, de verdad, y me gustaría que me recomendarais, por favor. Aquí está el 25, que la verdad es que es diferente, y creo que necesitaba escribir un capítulo así, espero que necesitarais leerlo, además, lo considero bastante bonito. Bueno, no me enrollo más, un beso enorme y pedid siguiente. Love u.




-       ¿Quién era?- preguntó Margot refiriéndose a el sms que había recibido.
-       Nada especial- dije sonriendo un poco falsamente.- quédate a comer, ¿va? Voy a decírselo a mi madre.
Mientras bajaba las escaleras para hablar con mi madre, oí que lloraba mientras hablaba con alguien por teléfono. Me asusté mucho realmente. Observé la escena desde la puerta y cuando colgó me acerqué a ver que había pasado.
-       Mamá, ¿qué pasa?- dije un poco alarmada.
-       Hija, uf, es el padre de Florian, acaba de morir, hace poco más de 5 minutos.
-       ¿En serio? ¿Y Éric? ¿Está bien, Éric mamá?
-       Dice Camille que es el que peor está, tenía una relación magnífica con él, pero, y ¿ese interés por é...- y sin dejarle tiempo a terminar la frase, subí corriendo las escaleras para cambiarme e ir a buscarlo.
Entré apresurada en la habitación, y me puse algo rápido (http://www.polyvore.com/siempre_tuya/set?id=45697460)
-       Julie, ¿pasa algo?- preguntó Margot al ver mi cara de preocupación.
-       Nada, bueno, sí, bueno, luego hablamos- dije mientras salía corriendo de la habitación.
Cogí la moto y me dirigí a su casa, el viento me acariciaba la cara, mejor dicho, me la arañaba, arañaba mis prisas, parecía querer ralentizarme, arañaba mi corazón que tenía miedo por él. Llegué a la calle donde vivían, una urbanización de clase media-alta. Toqué al timbre del chalet, me abrió Camille, que al verme me abrazó, parecía destrozada, pero supongo que en realidad estaría mejor de lo que parecía, mantener la apariencia era lo único importante para esa mujer, y ahora lo pienso más firmemente que en aquel momento.
-       Lo siento mucho de verdad Camille. Aunque en realidad venía a ver a Éric- dije sin dar rodeos, necesitaba verlo rápido.
-       Esto… Éric se ha ido antes, está realmente mal.
-       ¿Dónde ha ido?
-       No lo sé, de verdad.
Suspiré, me di media vuelta y sin ni siquiera despedirme cerré la puerta de golpe y me volví a subir en la moto.
Arranqué, y aceleré, comencé a conducir en dirección a ninguna parte, estuve pensando dónde podía estar mientras el ruido del motor, y del tráfico de la zona me hacían distraerme en determinados momentos. Pensé que tal vez estaría en el barranco dónde estuvimos él y yo hace un par de noches. Fui allí pero nada, no estaba, ni rastro de él.
Bajé de la moto y me senté un rato allí, tal vez así, con todo París ante mis ojos sería más fácil encontrar algún sitio. Pero no, no había manera.
Después de estar una hora allí sentada, recibí un sms. *Te necesito. Playa. Cala oeste.* Me levanté deprisa y subí a la moto una vez más, esta vez con un destino claro. Arranqué, y aceleré todo lo rápido que pude. Jamás un trayecto se me había hecho tan eterno, los semáforos parecían programados para hacerme esperar, y el tráfico no ayudaba demasiado. Aunque supongo que era por el hecho de que nunca había necesitado con tanta ansia llegar a un sitio, al menos hasta el momento. Llegué dónde me había indicado, y bajé por un pequeño barranco hasta llegar a la cala, no había nadie, nadie salvo él. No me vio llegar mientras caminaba por la arena, bueno, probablemente lo hizo, pero quiso hacerse el interesante y fingir que no se había percatado de que yo estaba allí. Me acerqué y sin decir nada me senté a su lado. Estuvimos un par de minutos sin ni siquiera mirarnos, él giró la cara para hacerlo, luego me besó, despacio, con tristeza, con rabia pero con amor, el siempre me besaba con amor.
-       ¿Has estado en mi casa?- preguntó en voz baja.
-       Sí, fui a buscarte.
-       No vuelvas más a buscarme allí, nunca voy a estar, me voy a largar de esa jodida casa, no quiero volver a ver a mis padres en mi puta vida- dijo con rabia.
-       Pero, ¿por qué? ¿qué ha pasado?
-       ¿Qué ha pasado? ¡Mi abuelo está muerto por su puta culpa! Decían que era mayor para la quimioterapia, que aun así no duraría y que moriría igual. No hay más, es su culpa, y yo nunca se lo pienso perdonar- dijo apartándose una lágrima de la cara.
No dije nada, simplemente me acurruqué en su pecho y me perdí en él mientras notaba como sus brazos me agarraban y me acariciaba la cara con ternura. Se acercó a mis labios y los besó levemente, y luego ya no, luego me besó con fuerza, con pasión. Después comenzó por el cuello, pasando por el escote. Me quitó la camiseta, cosa que yo no creía que haría por su estado de ánimo, pero la verdad es que no me disgustaba. Siguió besándome el escote y luego bajó por la barriga acercándose al borde de mi pantalón. De repente, paró en seco, se acercó a mi oído.
-       Te quiero- solo dijo eso, ni siquiera tuve la fuerza suficiente para contestar, estaba sumergida en un puro e increíble éxtasis de sentimientos. Y aunque no conteste, le quería, joder, le quería extremada, loca y horrorosamente. Y digo horroroso porque me asustaba quererlo tanto, quererlo y que luego me jodiera. No le contesté pero le contestaría, se lo diría de manera especial. Luego le miré y sonreí- ven, vamos allí que no nos ve nadie, estaremos más tranquilos.
Se levantó. Y me cogió, como una princesa, tal vez parezca extremadamente cursi y pasteloso, pero aseguro que yo creía estar en las nubes. Luego, me llevó a un sitio más discreto, y me dejó tumbada en la arena, después se acercó a mí y lo abracé. Las ganas de hacernos propiedad mutua allí mismo se hacían cada vez más locas e inevitables. Le quité la camiseta, y le besé fuertemente. Luego él, me quitó los pantalones, la piel la tenía incluso erizada. Comenzó a darme besos por la parte del final de la barriga, y después, bajó besándome las piernas hasta llegar a los pies y quitarme los zapatos. Parecía querer memorizar mi cuerpo, hacerse propietario de él, y lo que no sabía, es que ya era suyo, ya era suya. Luego él se quitó los pantalones y los zapatos, y me acarició de nuevo la piel. Lo besé, con ternura, y después más rápido.
-       Nunca nadie te lo ha hecho ni te lo hará con tanto amor que yo- susurró.
Y lo comprobé, nunca nadie me lo había hecho con tanto amor como él, y sé que nunca nadie lo hará.