sábado, 30 de julio de 2011

11

Os vuelvo a pedir lo mismo que en el capítulo anterior, que me votéis en el concurso de: http://improbablemejorqueimposible.blogspot.com/, mirad el capítulo 10 porque ahí está lo que debéis hacer.
También quería deciros que aunque no tengo demasiados seguidores/as, los comentarios que me dejáis me animan muchísimo, de verdad, así que que no os sepa mal ser "pesad@s" porque no os imagináis lo contenta que me pongo cuando leo un "siguiente", sea de quien sea, de verdad. Gracias por leer:)
Pd: Si alguien puede y no le importa que me recomiende, ya sea a sus bloggers, a sus amigos a quien sea, pero si no es molestia hacerlo, claro,  me gustaría que más gente pudiera sumergirse en el mundo de Juliette. Y bueno, voy a cortar ya que sé que me pongo muuuuuy pesada:)
Pd2: Un besazo<3




*Conversación telefónica*
- Hola- dije sonriente.
- ¿Quedamos para cenar?
- Clarísimamente.
- Ponte guapa te voy a llevar a un sitio guay- dijo mientras reía.
- Lo intentaré, pareo y chanclas, ¿no?- dije bromeando.
- Exacto. Te recojo a las nueve y media, no puedo quedar antes, he quedado con mis colegas.
- Vale, luego nos vemos, te quiero mi rey.
- Y yo a ti reina mora.
*Cierre conversación telefónica*
Era mi chico, mi hombre, mi amor, mi vida. Se llama Jhon, no era francés, pero llevaba en París desde los dos años. Era alto, rubio, con los ojos azules y un buen cuerpo, era perfecto. Llevábamos juntos un año y tres meses, estaba muy enamorada, aunque últimamente, las cosas no iban sobre ruedas, más bien iban sobre un carromato. Pero todo parecía apuntar a que hoy se solucionarían.
Bajé al salón y vi que mi madre estaba hablando por teléfono, asique aproveché para cambiar de canal y poder ver la MTV, estaban haciendo “Si me conocieses”, pero como no tenía ganas de llorar, decidí poner uno de esos estúpidos programas de cotilleo, y reírme de lo idiotas que son los que salen. Mi madre estuvo como 40 minutos hablando por teléfono, y yo estuve 10 minutos viendo lo patéticos que eran, y luego me quedé dormida.
Me desperté cuando noté como mi madre se acomodaba en el sofá.
-       ¡Oh!, hija, hoy no puedes salir.
-       ¿Cómo que no? ¿A qué viene eso?
-       Viene a que he estado hablando con Camille.
-       ¿Con quién?
-       Con Camille, ¿no te acuerdas? Camille y Florian, nuestros amigos de toda la vida que se mudaron hace 10 años a Londres, y han vuelto, se quedan a vivir aquí de nuevo, por eso les he invitado ha cenar hoy, y vienen con sus hijos, uno tiene veinte años, Eric, y la niña 8, como Candy ¿de verdad no te acuerdas?
-       Me suena un poco- dije por dejarla tranquila- pero mamá, ¿para qué tengo que estar yo?
-       Pues porque su hijo también viene, y seguro que tampoco le hace gracia venir, asique tu harás lo mismo.
-       Pero yo había quedado con Jhon- dije enfadada, porque, realmente lo estaba.
-       Pues quedas otro día, no hay más que hablar, vendrán a las nueve y media, asique a las nueve y cuarto te quiero lista.
Me fui a mi habitación enfadada, para un día que parecía que Jhon y yo lo íbamos a arreglar… Cogí el móvil para llamarlo. Genial, lo tiene apagado, pues vaya, ahora ¿cómo lo aviso?

viernes, 29 de julio de 2011

10

Bueno, quiero contaros que estoy participando en el concurso de: http://improbablemejorqueimposible.blogspot.com/, y que me gustaría que si no os importa, os pasarais por su blog y le pusierais un comentario votando a mi blog. Me gustaría ganar básicamente por el hecho de tener más seguidores/as, y que esto me suba los ánimos de seguir con la novela:)
Bueno, pues eso, que espero que os guste y pedir siguiente si os gusta:)
Un besinnn <3


Quizás deba empezar por el principio, el principio de una larga, bonita, trepidante historia, predecible para algunos y maravillosa para otros. Sí, empezaré por ahí, empezaré desde el principio, os la contaré poco a poco, tal vez no toda seguida, pero os la contaré, entera, con todos los detalles.
*Hace un año y dos meses*

-       Juliette, vamos, despierta, hija, es tardísimo, el autobús llegará en diez minutos.
    Abrí el ojo y observé a mi madre chillando desde la puerta, mire el reloj; ¡Oh, dios mío, mi madre tenía razón, era tardísimo! Me levanté a toda hostia de la cama, abrí el vestidor, cogí el uniforme, unas bragas y un sujetador y me vestí más rápido que nunca, me lavé la cara, me peine, me puse raya, rímel, cogí la mochila y bajé las escaleras, oí como paraba el autobús, ni siquiera tuve tiempo de desayunar, asique, cogí un batido y salí corriendo.
-       Adiós, mamá.
-       Adiós.
Entré al autobús, salude al conductor, y me senté en mi sitio de siempre, al lado de mi amiga por siempre, rodeada de la gente de siempre, rutina, ya sabes.
-       Hola, Gabri- le di un beso en la mejilla bastante sonoro.
-       Hola mi amor- dijo sonriente.
-       Y a mi no me dices nada, ¡eh cacho zorra!- me dijo Margot desde el asiento de detrás mientras me miraba con cara de cachorrillo.
-       ¿A ti? En la vida- dije bromeando, ya que nosotras solíamos hacer esa clase de bromas.
De repente escuché la dulce voz de Nicole que se acercaba para preguntarme:
-       ¿Y a mi?- me decía continuando la broma.
-       A ti tampoco. Que va, a ti si- dije sonriendo.
-       ¡Ah! Con que esas tenemos, ¿no?- me decía Margot- ya verás tú, ya verás.
El trayecto fue como siempre, risas, estupideces, tonterías, más risas, rutina, ya sabes.
Cuando llegamos, fuimos a nuestras taquillas a coger los libros y a hacer tiempo para no entrar pronto a clase, encima matemáticas.
Como siempre llegamos tarde, nos echaron la bronca y nos pusieron retraso, ya sabes, rutina.
  La mañana pasó tranquila, rutina más rutina, empezaba a cansarme que todo fuera siempre igual.
Llegué a casa, a pesar de que el día había sido como siempre, estaba más cansada que nunca, no sé, tal vez es que estaba cansada de la rutina.
-       Hola mamá- dije al llegar, pero, realmente no sé porque gastaba saliva, jamás me contestaba nadie.
Entré a la cocina, estaban mi madre y mi hermana, mi hermana se llamaba Candy, en aquella época tenía 8 años, era preciosa, la quería muchísimo, demasiado. Y aunque nadie me contestara jamás al llegar, luego, eran maravillosas, hablo en femenino porque mi padre nunca comía en casa, era un hombre de negocios, ya sabes…
-       ¿Qué tal el día, hija?
-       Bien, ya sabes mamá, como siempre.
-       Tienes mala cara.
-       Cansancio- dije desganada- por cierto, ¿qué hay para comer?
-       Pasta.
-       Que típico…- dije en voz baja.
Terminé de comer, y ni siquiera había salido de la cocina cuando oí el móvil sonar en mi habitación, subí corriendo, con esperanzas de que fuera él, ¿sabéis qué? Sí, era él.

miércoles, 27 de julio de 2011

9

Bueno, este capítulo es bastante corto, pero, os prometo que a partir de aquí, todo empezará a cobrar sentido, y descubrireis al misterioso hombre que no deja de recordar Juliette. Un beso y muchas gracias por leer<3
Pd: Si alguien puede y quiere, que me recomiente please:)



Parecía sentirme más tranquila, Gabrielle siempre me ayudaba en todo. Me levanté del suelo y bajé a la cocina a por una escoba y un recogedor para limpiar el desastre. Subí de nuevo a mi cuarto y recogí aquel desastre, no tenía ganas de bajar de nuevo la escoba, asique la dejé apoyada junto con el recogedor al lado de la puerta.

Eran cerca de las dos y media, casi tres menos cuarto y no tenía sueño, asique decidí, ahora que parecía más serena, sacar algo que hacía meses que tenía escondido; algo que desde que él se esfumó, no sacaba. Era una caja, estaba en uno de los altillos de mi vestidor, era una caja con cientos de recuerdos suyos, o mejor dicho, nuestros. Nuestras fotos, sus regalos; todo lo que habíamos compartido, estaba encerrado en esa caja, esta decisión la tomé cuando un día, estaba hablando con Alexa, le dije que no era capaz de olvidarlo, que no podía meter todos nuestros recuerdos y momentos en una caja y después arrojarla al mar, porque muchos, eran recuerdos del corazón, pero lo medité y consideré que al menos, los recuerdos tangentes, si los podía guardar, por eso lo metí todo en una caja, la que esa noche decidí sacar para recordar algunos de nuestros momentos.
Bajé la caja del altillo, y me senté con ella en la cama, me prometí que no lo abriría hasta que no estuviera segura, no sé si lo estaba, pero necesitaba recordarlo. Destapé aquel “cofre emocional”, y ni siquiera lo había abierto dos centímetros, cuando el olor de su perfume me embargó, olía como si estuviese a mi lado. Suspiré y terminé de abrir la caja, era él, esa caja me hacía volar al pasado con solo cerrar los ojos. En aquel momento me apetecía un viaje. Vi una de nuestras fotos, http://weheartit.com/entry/9604647 (supuestamente, son ellos), era muy especial, demasiado, aquel día fue maravilloso, todo con él lo era, pero si quiero que conozcáis esta historia, quizás deba empezar por otra parte.

lunes, 25 de julio de 2011

8

Me puse la tirita y salí del baño, me senté en la cama y en ese momento oí como mi madre intentaba abrir la puerta de mi habitación; intento fallido; sabia que al oír el ruido del cristal subiría, y por eso cerré la puerta con pestillo.
-       Juliette, ¿se puede saber que ha pasado?
-       Nada- respondí secamente.
-       ¿Y ese ruido?
-       Que te he dicho que nada, ¿vale?- dije gritando.
-       Estoy harta, harta de que te pases la vida enfadada con el mundo, ¿acaso no puedes ser una adolescente normal?- contestó con el mismo tono de voz que yo.
-       Pues no, fíjate tú, no, quien sabe tal vez es porque me falta él, por ejemplo.
-       Siempre la misma historia.
-       Tu no lo entiendes, no entiendes nada, vives en tu burbuja y ni siquiera lo entiendes, vete no quiero hablar contigo, veteeeee- dije chillando y concluyendo la discusión.
Estallé en llanto, la acababa de tratar como a una mierda, la había pisoteado, quería abrazarla y pedirle perdón, pero era demasiado orgullosa para hacerlo. Me senté en el suelo, apoyada en los pies de la cama, llorando. Me sonó el móvil que todavía llevaba en el bolsillo, era Gabrielle.
*Conexión telefónica*
-       Hola.
-       ¿Qué pasa? ¿Ya estás llorando?
-       Es que, sus padres están aquí, riendo como si no hubiese pasado nada, y ¿sabes qué? si que ha pasado.
-       No olvidan, superan, cosa que tú deberías hacer.
-       No es tan fácil…
-       No digas eso, ni siquiera lo has intentado.
-       Lo sé, pero es que encima acabo de discutir con mi madre, la he tratado fatal.
-       Puff… seguro que ha sido porque te ha dicho algo de él, ¿verdad?
-       Sí…
-       Es que no entiendo porque te empeñas en pensar así, recuerda los buenos momentos, a ver, cuéntame algo que hicierais algún día.
-       … Fue maravilloso, fue mágico, fue especial.
-       ¿El qué?
-        Nuestro primer beso, sé que te lo he contado cientos de veces, pero me encanta escucharlo. Era 27 de mayo, nuestros padres habían quedado juntos para hacer una barbacoa, y el vino. Después de comer subimos a mi habitación, para que mirara su Twitter, no nos llevábamos demasiado bien, yo no sabía nada de su vida, ni él de la mía, nos veíamos de vez en cuando, y punto, pero a mi me gustaba, y mucho, a pesar de tener novio, me parecía perfectamente perfecto. Yo estaba tumbada en la cama mirando al techo, no se me ocurrió nada más estúpido que decir ”Me gustaría tener estrellas en el techo” “¿Qué?” me dijo él “Sí, estrellas, cómo si no hubiera techo, como si estuviera en la playa de noche mirando las estrellas” vi cómo cerraba sesión en el Twitter y se acercaba hacia mí, se tumbó en la cama y dijo “No estaría mal” nos quedamos un rato tumbados, en silencio mirando al techo. Giré la cabeza y lo miré, me pilló in fraganti, a si que volví a girar la cabeza intentando disimular lo que era evidente, me cogió la cara, la giró hacia si y se acercó a mí para darme el besó de mi vida. Nos separamos, no sabía que hacer, no sabía donde meterme, él sabía que tenía novio, yo también lo sabía, pero no me separé hasta que él no lo hizo, porque no quería hacerlo, porque fue maravilloso. Se levantó de la cama y vió la foto que había encima de la mesita, estaba con el que entonces era mi novio, miró detenidamente la foto y luego abrió la puerta y se fue. Nunca había sentido nada parecido con el beso de nadie.
Sé que te lo he contado mil veces, pero…
-       Pero me sigue encantando escucharlo.
-       Gracias, Gabri, en serio, gracias.
-       Bueno, me voy, mañana te llamo. Te quiero mucho.
-       Y yo
*Cierre conversación telefónica*

martes, 19 de julio de 2011

7

-       Me voy con ellas, Damien, me alegro de haberte visto.
*Damien*
Estaba fatal, lo sabía, la conocía demasiado bien. Por un segundo mire a Gabrielle de reojo, no había día que no me culpara por haberla perdido, que no me sintiera como un mierda por haberla dejado escapar. Ahí, me di cuenta de cómo la quería. Vi como me miraba y no pude evitar pensar que tal vez todo volviera a ser como antes, pero luego miré a Juliette, y me di cuenta de que no, que pasaron cosas, que lo estropearon todo, cosas irremediablemente terribles.
*Juliette*
Vi como Damien y Gabrielle se miraban de reojo, eran tontos, podrían haber vuelto, pero no, realmente todo había cambiado, nada hubiera sido igual, nada lo era.
-       Ya hablamos- me dijo Damien mientras veía que se iba con sus amigos.
-       Claro- fue irónico, la última vez que dijimos algo parecido fue hace tres meses y hasta el día de hoy, no había vuelto hablar. Supongo que no siempre lo que se dice es cierto, tal vez solo lo decimos para no hacer daño a nadie, y no nos damos cuenta, que mintiendo, nos hacemos daño incluso a nosotros mismos.
Me acerqué a ellas, todas me miraron y Alexa me hizo un gesto de que me sentara a su lado.
-       ¿Porqué no nos vamos ya a cenar?
-       Claro- dijo Nicole sonriendo.
Pedimos la cuenta, pagamos, cogimos las chaquetas y nos levantamos, vi que Damien movía los labios y me decía adiós, hice lo mismo.
Nos fuimos a un bar cercano, comimos, bebimos, reímos, fumamos. Lo pasamos bien, realmente.
Empecé a encontrarme mal, asique decidí pedirle a Margot que me llevara a casa ya que yo no llevaba moto aquel día.
Era la 1 y cuarto, y en mi casa todavía había luz, debía de haber venido alguien. Abrí la puerta metálica, crucé el jardín y abrí la puerta. Escuché risas, asique me dirigí al salón. Y ahí estaban mis padres, y los suyos riendo.
-       Hija, ¿y tan pronto?
-       Estoy cansada, me voy a dormir- dije secamente.
La rabia y el dolor, volvieron a mí, subí las escaleras, entré en la habitación y me tiré a la cama, bocabajo, mientras lloraba. Era increíble, hace unos meses no me hubiera sorprendido ver a mis padres con sus mejores amigos, pero hoy sí. Cogí nuestra foto de la mesita, me senté en la cama y empecé a mirarla, adoraba es foto, adoraba todas nuestras fotos, pero esa me encantaba.
(se supone que son ellos 2)

No sé porqué, me levanté, y con rabia tiré el portafotos al suelo. Se rompió en  mil pedacitos de cristal, al menos la foto siguió intacta. La recogí del suelo, y al hacerlo me corté con un cristal, ni siquiera me di cuenta, solo lo hice cuando la foto, empezó a mancharse de sangre. Fui al aseo, dejé la foto en el mueble del baño, me limpié la sangre, me puse Betadine, y abrí el armario para sacar una tirita, ¿adivináis de que era? de Bob Esponja; estúpida hermana de 10 años…

sábado, 16 de julio de 2011

6

En ese momento se oyó una masa de risas, chillidos y barullo que venían desde la puerta. Eran ellos, sus amigos, desde que pasó todo aquello no había vuelto a verlos. Sonreían, como si no hubiese pasado nada, aunque supongo que yo en momentos fingía lo mismo. Vi cómo Damien, su mejor amigo me vió y se acercó hacía mi. Bajé de la tarimita donde se situaba la mesa con los sofás, y lo abracé. Hacía mucho que no le abrazaba, y hubiera preferido que la última vez que lo hice no fuera en esas circunstancias, pero la vida es así, nunca se sabe nada. Nos separamos, y comprobé como todos nos miraban, Gabrielle me envió un beso, y Margot me guiñó un ojo.
-       Hace tiempo, ya ¡eh! – me dijo Damien.
-       Sí, mucho, demasiados recuerdo juntos…
-       Sí solo recuerdos.
-       Te he echado de menos.
-       Pues yo siempre he estado ahí, te envié muchos mensajes, ninguno obtuvo respuesta.
-       Mandé el móvil a la mierda durante unos meses…
-       Mi pequeño saltamontes (así me llamaba, hace mucho)-dijo acariciándome el pelo- sé que es indiscreto, y molesto, pero ¿cómo estás?
-       Buff… se ha convertido en una pregunta diaria, cómo: ¿quieres agua?
-       No hace falta que contestes si no quieres, hay, o al menos hubo confianza.
-       Es que, no entiendo el por qué de que la gente me pregunte eso, si sabe la respuesta, mal, esa será mi respuesta eterna mientras esté sin él.
-       Pasa página, olvídalo.
-       Qué pasa, ¿acaso tú lo has hecho?
-       Jamás, pero intento sonreír.
-       Y, ¿lo consigues? Porque yo lo intento a diario, y ya ves, no hay manera de quitarme esta cara de demacrada.
-       Alomejor es porque algo dentro de ti no quiere sonreír, porque consideras que le fallarías.
-       ¿Acaso no lo haría?, quiero decir, ¿acaso no le hago daño cada vez que sonrío? Es como si lo quisiera olvidar.
-       Me acuerdo que un día me dijo: tiene la sonrisa más bonita de la galaxia, merece lucirla, merece ser feliz.
-        Y mi felicidad, es él, acaso nadie lo puede entender- dije gritando.
Entonces, Gabri me trajo un vaso de agua, me lo dio y nos hizo sentarnos en una mesa.
-       Aquí hablareis más tranquilamente- dijo mientras se iba a su mesa.
Suspiré, y le dije:
-       Nadie entiende que mi vida ya no tiene sentido, que estoy muerta.
-       Pues yo te veo muy viva- dijo sarcásticamente.
-       Es que, no se puede vivir sin corazón. No sé si te lo contaría, pero un día de verano, cogí una llave preciosa que tenía, cómo antigua o algo así, se la metí en una caja preciosa, y se lo envolví. Luego le di el regalo y dentro había una carta que decía:
“Esta es la llave de mi corazón, de lo más profundo que tengo, y es tuya, para siempre. Puedes tirarla por el río, guardártela, lanzarla o hacer lo que quieras. Pero no me la devuelvas, porque mi corazón no puede estar sin su dueño, y su dueño, para siempre jamás eres tú.”
-       Sí, me lo contó.
-       Pues ya ves, el tiene la llave, y como nunca me la dará, yo no puedo volver a abrir mi corazón al mundo.
-       Entiendo… Bueno pues, -dijo cambiando mucha la entonación de su voz- recordemos buenos tiempos.
-       Mejor que llorar…
Lo pasé “poco mal” durante ese recordatorio, mejor que me imaginaba. Pero, no se puede pasar del todo bien sin corazón.

martes, 12 de julio de 2011

5

Llegamos a Le Vendredi, y ellas estaban sentadas, en la mesa de siempre. Unas bebían cerveza, otras coca-cola, algunas otras colgaban sus chaquetas ya que probablemente acababan de llegar, dos charlaban juntas mientras reían; eran maravillosas, todas y cada una de ellas, con sus defectos, y sus virtudes.
Estaban todas: Margot, Briggite, Nicole, Colette, Adeline, Alexa, Chloé, Roxanne y Zoé. Hacía mucho que no quedábamos las 11 juntas, normalmente siempre íbamos Margot, Briggite, Nicole, Alexa, Gabrielle y yo, pero las quería tanto cómo siempre.
-       Ya era hora, ¿no?- dijo Adeline sonriente.
-       No me reproches nada, que te acabo de ver quitándote el abrigo- contesté.
-       Upss… me has pillado- todas reímos.
-       Hacía tiempo que no estábamos todas- dijo Gabri- aparte de en los recreos, claro. Echaba de menos estos momentos.
-        Y yo- dijo Zoé- echaba de menos estar con vosotras, mis chicas.
-       Pues yo no- dijo tajantemente Margot, todas sabíamos que era de broma y por eso reímos. Muy seria volvió a decir- no era un chiste- volvimos a reír esta vez en compañía de Margot.
Me quité el abrigo y se lo di a Alexa que estaba al lado del perchero, está lo colgó y después me mandó un beso. En ese momento el camarero, un viejo conocido ya que habíamos pasado mucho tiempo con él, nos saludo y preguntó:
-       A ver estas cuatro chicas que acaban de venir, ¿qué quieren?- Adeline, Zoé, Gabrielle y yo.
-       Yo… una Coronita, ya que soy menor de edad y el soso del camarero no me vende Heinekens- dijo con un tono de voz sarcástico Zoé.
-       Yo quiero un Gintonic, si es que me lo das- dijo Gabrielle guiñando el ojo.
-       Cómo estais hoy, ¿no?- dijo el camarero bromeando.
-       Es que les ha bajado la regla- dijo Margot.
Todas, incluido él reímos.
-       Y vosotras, ¿qué queréis?- nos preguntó de nuevo.
-       Yo una coca-cola, hasta que se alegre el ambiente- dije.
-       Y yo otra- dijo Adeline.
-       Muy bien, enseguida está todo.
El tiempo pasó, mientras charlábamos y bromeábamos todas juntas, y mientras las coca-colas pasaron a ser algo más adulto.
Roxanne se acerco y me pidió que la acompañase al baño, yo acepté sin dudarlo. Ya en este, me dijo:
-       Es que quería hablar contigo tranquilamente- me dijo.
-       Dime- contesté sonriente mientras me miraba al espejo.
-       ¿Qué tal estás? Sé que a lo mejor no te apetece hablar de esto, pero me preocupo por ti.
-       Tranquila, me pasa a diario, si lo aguanto de gente que no me importa, no lo voy a aguantar de ti, ¿o qué? ¿Qué cómo estoy? Pues mal, no te voy a mentir, hecha una mierda, rota por dentro. Pero necesito momentos cómo este para intentar sonreír, aunque sea falsamente.
Roxanne se me tiró abrazándome fuertemente, me encantaban sus abrazos.
-       Para lo que quieras, ¿vale?
-       Vale.
Una lágrima emprendió el camino desde mi ojo, cuesta abajo, y terminó su trayectoria a la altura de mi mejilla, interceptada por mi mano.
Salimos fuera y todas reían, Nicole y Alexa estaban tiradas en los sofacitos dónde nos sentábamos, estaban charlando, Nicole le tocaba el pelo a Alexa y le hacía trenzas, que adorables. Margot estaba de pie, hablando fuerte y bailando. El resto hablaban entre ellas, bromeaban, bailaban sentadas acompañando a Margot; eran lo mejor de mi vida.

domingo, 10 de julio de 2011

4

Este capítulo no tiene nada de especial, pero bueno, en los siguientes se anima más la cosa(; Gracias por leer, y a las que no os importe, recomendarme please:) <3


Toqué al timbre y al contestar saludé a la camarita de este, en ese momento la puerta metálica situada al lado del entrada de los coches se abrió. Atravesé el jardín delantero, subí las 4 escaleritas y empujé la puerta que la persona que me había abierto debía haber dejado entornada. Al entrar pegué un grito:
-       Hola a todos- no, nadie de mi familia me contestó, sosos – voy a dejar la mochila.
Subí las escaleras que daban a la segunda planta, giré a la derecha y allí estaba, el letrerito de mi puerta: “Juliette” y al lado el dibujito de unas zapatillas de ballet que yo misma había dibujado. Giré la manivela y abrí la puerta, dejé la mochila y bajé a la cocina. Eran las 2:50, mi madre y mi hermana ya habían terminado de comer y mi padre siempre comía en el trabajo. Tenía un plato de puré y un filete de pescado, también había una nota, era la letra de mi madre, y decía:
“Cariño me duele la cabeza y me he echado a la siesta, tu hermana también despiértame a las 4.
Pd: Te quiero mucho.”
Deje la nota encima de la mesa y empecé a comer el congelado y asqueroso puré. Siempre he comido suficiente, demasiado de hecho, pero desde hacía 3 meses, 5 días y… miré mi reloj Dolce & Gabbana, y 19 horas, mi apetito y mi sonrisa habían cambiado. Probé dos cucharadas de puré, y me comí el filete, luego lo dejé en el lavavajillas y me subí a mi habitación. Encendí el ordenador portátil y me tumbé en la cama con él. Para variar me metí en el Twitter, Juliette Valois, eran las 3:20, 3:45, 4:00. Fui a despertar a mi madre de la siesta:
-       Mamá, son las cuatro, arriba.
El sonido de mi nuevo Iphone4, me hizo correr hasta mi dormitorio hasta coger el móvil que tenía sobre la mesita. “Gabrielle”.

*Conversación telefónica*

-Dime guapita.
-Nada, que me aburro.
 Oye, ¿qué vamos a hacer?
-Hemos quedado todas para tomar una cervecita a las siete en Le Vendredi, y después nos vamos a cenar, en plan arregladas y eso…
-¿Y nadie me iba a informar?
-Se supone que te lo dije el miércoles.
-Jajajaja que empanada. A las seis y media en mi casa, ¿vale?
-Vale. Te quiero.
-Y yo.
*Cierre de conexión telefónica*
Dejé el móvil en la mesita y cogí otra vez el portátil. 17:00, 17:20. Apagué el ordenador y lo dejé encima de la cama. Le pegué un fuerte chillido a mi madre:” Me voy a ducharme”. Abrí mi vestidor y entre en el, cogí unas bragas, Hello Kitty rojas y un sujetador blanco y rosa claro. Entré en el baño que estaba dentro de mi habitación, encendí el calefactor y dejé las bragas y el sujetador sobre un pequeño mueblecito blanco. Me metí en la ducha, el agua debía de estar a 100 grados, pero me relajaba. Champú, aclarar, más champú, más aclarar, mascarilla y gel y el último aclare. Salí de la ducha y cogí una toalla, me la enrollé por el cuerpo que temblaba de frío a pesar del calefactor y de los 100 grados del agua, luego cogí una toalla más pequeña y me la enrollé por la cabeza cómo solo las mujeres sabemos hacer. Me sequé, me peiné, me eche desodorante, me sequé el pelo y me vestí. Me puse unos Miss Sixty muy pitillo, con un bordado en los bolsillos traseros , una camiseta tipo marinera blanca con rayas azul marino, una chaqueta de LIU-JO toda de lentejuelas azules y unos zapatos de Killah azul eléctrico de ante. Cogí un bolso Louis Vuitton, no demasiado arreglado, hecho como de retales, azules, botones de colores y plumas también azules.
Bajé abajo dónde me esperaba Gabri, llevaba una camiseta tipo camisa roja, de manga corta y estas anchas y cómo caídas, llevaba mucho escote y era muy entallada, por cierto, era mía, también llevaba unos vaqueros pitillo y unos zapatos con plataforma rojos.
-       ¿Vamos?- me dijo.
-       Por supuesto.

jueves, 7 de julio de 2011

3

La mañana pasó normal, tranquila, no ocurrió nada especial. La 13:59 mi Gucci parecía programado para que no pasara ese infernal minuto, por fin, las 14:00, la alarma sonó y guarde el libro de Castellano y mi estuche azul, desgastado por una renovación tardía, y pintarrajeado con millones de cosas. Cogí mi abrigo DKNY, y me puse mi mochila al cuello, ayudé a la tardona de Julie, la cual estaba sentada a mi lado, a recoger todos sus múltiples bártulos de encima del pupitre, y cuando estábamos a punto de salir por la puerta:

-       ¡Eh! vosotras, zorrones, ¿podrías esperar no? – era la voz de Briggite, una de nuestras mejores amigas.
-       ¿A ti? Jamás- le dije al mismo tiempo que le guiñaba el ojo.
Venía en compañía de Margot, Nicole y Colette, eran maravillosas, algunas por dentro, otras por fuera y otras por ambos sitios.
-       Es que nos queríamos escaquear de vosotras…- les dije bromeando.
-       Pues os ha salido el tiro por la culata- dijo Margot.
Todas reímos, éramos muy buenas amigas, aunque nuestro grupo, todavía estaba formado por más gente.
Margot: en una palabra: locura, es demasiado divertida, yo diría que a veces se pasa de divertida, también es arriesgada, y lanzada, y aunque no lo pueda parecer tiene un inmenso corazón. Briggite: es, ni siquiera se le puede describir, puede ser incordiante, te puede llamar puta en forma te cumplido, pero sé que siempre estará ahí, para lo que quiera. Nicole: la dulzura personificada, al principio puede parecer tan tímida que te preguntes si es muda, pero es preciosa, y una persona en la que siempre se pude confiar, pero no te la comas de vista cuando se suelta la melena… Colette es una bruta, una marimandona, una pegona, una enfado nica… una divertidísima amiga, una persona con un corazón de aquí a China, Colette es Colette…

*Juliette*

Gabrielle estaba hablando con Margot, Briggite y Colette, cuando entonces sentí una vocecita dulce detrás de mi oreja:
-       Eres un amor, ¿lo sabias? – era Nicole, luego me dio un beso y se puso a mi lado.
-       Tu también, le dije mientras le daba un beso mucho más fuerte.
-       En el recreo te he visto un poco de caída… pasa página, pequeña, te lo mereces.
Una lágrima salió desde mi ojo derecho, y me resbaló por toda la cara hasta esconderse por mi cuello.
-       Sabes que lo intento, también sabes que es difícil.
Me secó la lágrima con su dedo pulgar mientras salíamos por la puerta del colegio que estaba enfrente de nuestra parada de autobús. Nuestro colegio, Salvador Oreig, era un colegio privado, no es por presumir, pero era carísimo, y con un gran estatus social. Subimos al autobús que nos llevaría hasta casa, y yo seguía hablando con Nicole, le hice unas señas a Gabri, con la que siempre me sentaba, diciéndole que hoy iría con Nicole, asintió con la cabeza, y se sentó con Margot.
-       ¿Quieres?- me dijo mientras me ofrecía un auricular de ipod.
-       No te voy a hacer un desprecio así- dije sonriendo.
El autobús paró, como siempre en la parada de dos calles más debajo de mi casa. Me quité los auriculares, le di un beso a Nicole, y les mandé otro a las demás, excepto a Gabrielle, que esperé a que bajara conmigo, ya que vive dos calles hacia la izquierda de dónde yo vivo. Charlábamos, mientras transcurrían esas dos calles hasta llegar a la esquina de mi casa.
-       Gabrielle, te quiero, gracias por estar ahí siempre.
-       Y siempre que estaré, ¡Ah! Yo te quiero más.
Sonreímos y nos dimos un beso.
-       Cuando termine de comer te llamo- me dijo
-       Of course!
Me di media vuelta, y caminé hasta llegar a la puerta de mi casa.