lunes, 26 de noviembre de 2012

28

Él no contestaba y yo cada vez estaba más y más nerviosa.
-Vete-dijo secamente.
-No me pienso ir, ¿me oyes? No me pienso largar de aquí hasta que me digas qué cojones te pasa.
-Que te largues te he dicho- dijo de una forma un poco violenta.
-Pero vamos, a ver, ¿tú quién coño te crees que eres para tratarme así?- dije muy alterada.
-¿Y tú? ¿Quién coño te crees que eres para presentarte aquí y hacer lo que te dé la gana? ¿Mi novia? Porque no eres nadie.
No podía ser. Aquello no podía ser. No podía ser que una persona que había compartido conmigo ¿cuánto?, ¿5 tardes?, ¿6?, tuviera la capacidad de romperme con tanta facilidad como a un triste trozo de cristal que se te cae porque llevas las manos mojadas, no podía ser que una persona en apariencia tan desconocida pudiera abrirme en canal con tan sólo una frase. Es que ni mi puta mente en su momento más calculador y frío había roto a alguien alguna vez como él a mí en aquel instante, y es que, ¿por qué? ¿por qué alguien así me había hundido en tan sólo 10 segundos cuando ni siquiera nadie antes me había tocado? Bueno, el por qué estaba muy claro, pero creo que en ese momento me costaba admitir que me importaba tanto alguien a quien yo no le importaba nada.
Y para coronar el momento, pronunció: 
-¿A qué esperas para largarte?, ¿no te das cuenta que no pintas nada aquí?
Entonces, me limité a contestar:
-Me parece estupendo no importarte, porque sinceramente, tú para mí no eres nada, y si te preguntas qué hago aquí, simplemente es que follas bien, pero, ¿sabes? ojalá te pudras en este antro, ojalá cada parte de tu cuerpo se descomponga porque eso es todo lo que te mereces después de esto, ojalá conozcas el dolor de primera mano.- y si alguien pudiera haber estado dentro de mí en aquel momento, lo habría sentido, habría sentido como con cada palabra que salió de mi boca, una lágrima me caía, y por orgullo no me caía por fuera, no me caía por la piel, por orgullo de no mostrarlas me caía por dentro, me caía arañando cada músculo de mi cara, caía entre mis huesos y mis músculos haciéndome creer que sangraban, me dolían como cada piedra que tiran a una lapidada, como cada kilo a una anoréxica, me dolía como si se me saliese el alma por los ojos.
Cogí mis cosas, que había dejado sobre un sillón lleno de manchas de cosas que preferí no saber, y me marché, no sin antes decirle con una amplia, bonita e irónica sonrisa, "Cuídate".
Salí de allí, y me limité a quedarme dos horas sentada en las escaleras del rellano llorando. Por fuera y por dentro. Veía prostitutas salir de diferentes casas, camellos entrar y salir y demás. Cuando me disponía a levantarme sentí como unos ojos estaban puestos fijamente sobre mí, levanté la mirada y vi a aquel chico, Damian, Damien, Damen, o algo así recordé que dijo Margot. No me dijo nada, se limitó a mirarme y a entrar en el piso. Y me fui. Nome fui a casa, no podía estar allí, también era un infierno. Decidí ir a casa de la única persona que no me haría preguntas si notaba que no tenía intención de responder, que se limitaría a prepararme a algo caliente de beber y poco más. 
Pasé 3 semanas con ella, iba y volvía a clase, había visto a mi madre 4 veces o así y a mis amigas 2 aparte de en el instituto. Pero consideré que ya era hora de volver a casa.
-Muchas gracias abuela, de verdad-dije dándole un abrazo.
-Te dejo ir si prometes dejar de llorar por la noche- contestó ella guiñando un ojo.
-Está olvidado- dije, cogí mis cosas y fui hacia casa. Y, ¿lo estaba? Quiero decir, más o meno sí, pero siempre me iba a gustar, no era un chico común, pero eso no significa nada, el tiempo lo arregla todo. O al menos eso dicen.

[...]

Pasaron las semanas, así hasta un mes y medio y yo parecía tenerlo todo bastante olvidado, de hecho, una tarde fui a tomar algo a mi pastelería preferida, cuando se acercó un chico.
-¿Víctor Hugo? Vaya, no tienes pinta de leer literatura del romanticismo-dijo mientras leía la tapa del libro que tenía entre mis manos.
-La verdad es que no suelo, es para un examen de clase. Pero he de reconocer que me está sorprendiendo bastante.
-Encantado, soy Aitor-dijo sentándose en el asiento libre que quedaba enfrente mía.
-Oh-dije sorprendida- yo me llamo Julie- se hizo un pequeño silencio, pero no incómodo, por suerte- ¿vienes mucho por aquí?
-No, la verdad, he venido a comprar unos cupcakes para mi hermana,es su cumpleaños y dicen que los de aquí son los mejores.
-Sin duda, lo son- contesté sonriente. 
-¿Vas a la universidad de ahí?- preguntó dado que justo enfrente había una.
-No, yo voy al instituto todavía. ¿Y tú?
-¿De verdad? No lo parece, entonces, ¿me podrían denunciar por pederastia?- dijo riendo.
-Poder podrían, pero espero que no, si te meten en la cárcel no podrás probar mañana conmigo los cupcakes de aquí- contesté con sonrisa peligrosa.
-No sabía que...¡Ah!, entiendo. Mañana, a las cinco. 
-A las cinco entonces.-dije recogiendo mi cosas y dejando 20 euros sobre la mesa sin esperar el cambio.
Estaba realmente ilusionada, parece un chico interesante, era muy guapo y además me ayudaría a olvidar. Así que al día siguiente me arreglé, me vestí (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=64326230&.locale=es) y fui hacia la cafetería. Al entrar lo vi, sentado en la misma mesa en la que me encontró él a mí. Con el mismo libro.
-¿Víctor Hugo? Vaya, no te pega leer literatura del romanticismo- dije riendo.
-En realidad fue no tienes pinta, pero da igual- reímos ambos, y me senté.
-¿Le gustaron a tu hermana los cupcakes?
-Sí, al menos eso dijo.
Estuvimos hablando un largo rato, comiendo cupcakes, riendo. Hacía mucho que no tenía una cita así, bueno, una cita normal, digo. En ese momento, me sonó el móvil, y no, no era un número que tuviese registrado.
*Conversación telefónica*
-¿Si?¿Quién es?- pregunté.
-¿Juliette?
-Sí, soy yo.
-Mira, soy Damien- ¿Damien?¿el amigo de Éric?¿a qué santo aquello?- mira, te llamo para decirte que Éric está en el hospital-el corazón me dio un vuelco.
-¿Qué?-dije muy alterada- ¿en cuál?
-En Lariboisiere, habitación 238. Por favor, tienes que venir, sólo hace que preguntar por ti.
-Claro, en seguida estoy allí.
*Cierre conversación telefónica*
-¿Quién era?- preguntó Aitor.
-Era un amigo, es urgente, me tengo que ir. Lo siento, ya nos veremos.- y salí tan rápido como pude de allí.

lunes, 8 de octubre de 2012

27

Bueno, aquí estoy, después de mil meses, no os voy a dar excusas, porque no las hay, simplemente, no tenía ilusión de escribir, ni ilusión, ni inspiración. No, no he dejado la novela, pero admito que sí pensé en dejarla, aunque ahora, estoy de vuelta, no sé por cuánto, pero lo estoy. Me gustaría darle un enfoque un pelín diferente y centrarme más en algunos temas, espero que os guste y me perdonéis por tardar, pero también espero que me ayudéis a relanzar la novela, si es que alguien la va a continuar leyendo. Por favor, os pido por favor que las que la leáis, me pongáis un comentario, más que nada por saber si alguien sigue leyéndola, y si es así, cuánta gente la lee. Un beso.


Decidí ir a casa a comer algo y tal vez llamaría luego a mi amigas. Al llegar no había nadie en casa, pero sí una nota en la mesita de mi madre que decía que la llamara cuando llegara a casa, la arrugué, la lancé a la papelera y me puse a leer un rato. Cerca de las seis me sonó el móvil, pensé que era mi madre, pero era Gabrielle.
*Conversación telefónica*
- Dime
-¿Cómo que dime? Me ha dicho Margot que has desaparecido sin explicación, tu madre me ha llamado preocupadísima porque no sabía dónde estabas y no has respondido a ninguna de mis llamadas, ni mis mensajes, ni siquiera me has llamado de vuelta- dijo bastante alterada.
-Tenía el móvil en silencio, lo siento- contesté rápido.
-¿Vas a venir a casa de Margot?
-Sí, ahora me vestiré, e iré.
-¿Dónde has estado?
-No te importa, la verdad. Luego nos vemos, adiós- le dije y colgué rápido.
*Cierre conversación telefónica*
Y lo peor de todo, era que quería contárselo, quería contarle que había estado con el chico más increíble que jamás pensé que conocería, quería decirle que estaba hecha una mierda porque lo había visto puesto hasta las cejas, y que lo quería muchísimo, pero no podía, no podía porque ni siquiera sabía qué puta mierda era, ni siquiera sabía si él lo hacía, ni siquiera sabía si era mi novio, mi amigo o si simplemente yo había sido un polvo para él. Así que, decidí ducharme, vestirme e irme a casa de Margot (http://www.polyvore.com/27/set?id=59904040#stream_box)
Pasaron las semanas y no sabía nada suyo, no contestaba a mis llamadas, eliminó su cuenta en twitter y se había marchado de casa. Una noche, estaba en un local con mis amigas de fiesta, cuando vi a aquel chico que abrazó en la playa, me acerqué deprisa hacia él.
-Perdona, conoces a Éric, ¿no?
-Sí, y por lo que veo tú también.
-Algo así, llevo un tiempo sin saber nada de él, ¿sabes dónde está?
-¿Debería decírtelo?
-Por favor, estoy preocupada, me gustaría saber dónde está, por favor. Si quieres dinero, te doy lo que me pidas, pero por favor- dije conteniendo las lágrimas.
-Joder, había oído que Éric follaba bien, pero no hasta el punto de que paguen por volver a verlo- dijo riendo, mientras se le movía la mandíbula, supongo que por ir drogado o algo así.
-Joder, mira si no me vas a decir nada, me largo- dije dándome la vuelta de mala hostia. Entonces noté como el chico me agarraba el brazo y me daba la vuelta hacia él.
-¿Tienes un boli?- comencé a rebuscar en el bolso y por suerte tenía un bolígrafo viejo, se lo di y me escribió algo en el brazo- creo que ahora está ahí, en un piso, pero no te aconsejo que vayas sola a la zona, no tiene buena pinta.
-Vale, muchas gracias- dije rápido y antes de que me diera la vuelta, me contestó.
-No, gracias no, dame un cigarro al menos o algo que lleves por ahí- le di un cigarro y él me devolvió una amplia sonrisa. Era un capullo, pero era majo.
Comencé a caminar de espaldas a él y oí como me chillaba:
-Por lo menos tienes buen culo, rubia, ya sé porque le has gustado a Éric- me reí y le saqué el dedo corazón mientras iba hacia mis amigas, cuando llegué, Margot se acercó a mí rápido y un tanto intrigada.
-¿De qué conoces a Damien?
-¿A quién?-dije sin saber de quién hablaba.
-El chico con el que hablabas.
-Ah, es un amigo de un conocido, ¿por?
-¿De Éric?
-Sí, ¿por?
-Son unos amigos míos, bueno, realmente no mucho, pero los conozco, como toda la ciudad, raro es que alguien no sepa quién es Éric. Escucha Julie, es un tío de puta madre, pero bastante cabrón, además, no está en buen mundo.
-¿Y? No me gusta, es un conocido, nada más.- Margot me miró sin terminar de creerme- de verdad, no te preocupes. Oye, que me tengo que ir, ya mañana hablamos, diles que me he ido, pasadlo bien-dije y me fui antes de que me preguntara dónde.
Salí de allí, leí lo que me había apuntado aquel chico en el brazo. Era una dirección. Busqué dónde estaba aquello con el móvil y éste y la moto me llevaron hasta un barrio en el cúal yo había estado hace tiempo con Margot para que comprara algo de marihuana o no sé qué. Fui al edificio que tenía apuntado y antes de tocar al timbre una chica con pintas de guarra salió dejando la puerta abierta. 2ºB, subí aquellas dos plantas tan rápido como no pensé que podría. La puerta estaba rota y mal cerrada, así que decidí entrar.
-¿Hola?-pregunté al aire-Hola,¿hay alguien?
Al entrar, lo vi, estaba tirado en el sofá medio dormido y lleno de heridas. El suelo estaba lleno de sangre y aquel piso echo una mierda. Botellas, colillas, vasos, ropa, etc. Me acerqué a él rápida , pero muy asustada.
-¿Qué haces aquí?- me preguntó enfadado con la poca fuerza que le quedaba.
-¿Qué haces así?En fin, voy a por alcohol para curarte eso.
Cuando salí del salón lo oí chillarme:
-¡No entres al aseo, no entres!
Cuando entré vi a tres tíos que por lo que parecía habían tenido una pelea, cogí el alcohol y cerré la puerta tan rápido como pude. Volví al salón y me senté en los ojos con la mirada perdida, no podía creer todo lo que estaba viendo.
-Éric, ¿qué hacen 3 tíos en tu aseo?
-A ver, vinieron a pegarme, por eso estoy así, yo solo contra tres, estaba difícil- dijo intentando pedirme perdón con la mirada.
-Bien, vamos a arreglar todo ésto, primero voy a echar a esos de aquí.
-No, no vayas tú sola.
-No te estoy pidiendo permiso, he dicho que los voy a echar.
-Joder, Julie, que te den.
-Cállate- dije mientras salía para mandar a esos tíos a tomar por culo.
Me costó 3 hostias y unos cuantos chillidos, pero logré echarlos de allí. Cuando volví al salón, comenzó a chillar.
-¡Vete de aquí, vete joder! ¡Vete, no te merezco, vete porque me vas a odiar! 
-¿Qué coño dices?
-Me vas a odiar, soy un gilipollas soy un capullo.
-Éric, dime qué ha pasado- dije en un terrible estado de nervios, dime qué has hecho.

lunes, 30 de abril de 2012

26


Hey, ¡Cuánto tiempo! Aunque creo que eso de tardar en subir ya se ha convertido en lo típico, pero aun así, aquí lo tenéis. No está mal, y es bastante largo, espero que os guste, y compense la espera:) Ah, tengo otra noticia, para la gente que me ha dicho repetidas veces que me cree un blog de reflexiones, etc, pues aquí está http://hdehogar.blogspot.com.es/ no es nada personal, simplemente son textos que me vienen a la mente. Me gustaría que os pasarais al menos. Bueno, eso, un besazo, gracias por todo. 
Pd: el 25 lo subí hace tiempo, pero olvidé avisar, pasad a leerlo. 


Caí rendida a sus brazos, caí rendida de amor, de satisfacción, de deseo, pero sobretodo de él. Me quedé dormida, el sol quemaba la arena fina de la playa, y este calor produjo que me despertara al cabo de 3 horas o así. Cuando lo hice, él no estaba para darme los ‘buenos días’ a pesar de ser las 4 de la tarde, como esperaba. Me levanté y lo vi a unos 100 metros de dónde estaba, me acerqué sigilosa para sorprenderle, pero la sorpresa me la llevé yo. Estaba metiéndose una raya. ¡Una puta raya! No era normal, claro que no lo era. Se rompieron todos mis esquemas, mi fe, mis ilusiones por él, una semana antes me juró y prometió que ya no lo hacía, el mismo día anterior me lo dijo. Y ahora, ahora nada, ahora una puta mierda, eso ahora. Jamás me había sentido tan mal, tan engañada, tan mentida, tan jodidamente humillada. Me sentía en carne viva, creía que mi cuerpo iba a explotar de rabia, porque no había nada que odiara más que una persona me mintiera. Bueno sí. Que lo hiciera él. Lloraba y lloraba de la puta rabia, de la humillación, del dolor, lloraba para no matarlo por joderse así, lloraba para llorar tanto hasta el punto de olvidar por qué lo hacía.
Y en ese instante él se giró, y me vio allí, mirándolo cómo si el universo hubiera estallado, como si mi universo hubiera estallado y él hubiera puesto la bomba. Se acercó a mí, con la intención de acariciarme la cara, pero yo lo aparté con rabia.
-       ¡Déjame!- dije dándome la vuelta con fuerza, él vino detrás de mí y me cogió por detrás.
-       Julie, por favor, por favor, Juliette- decía mientras me sujetaba y yo me movía con fuerza.- por favor.
-       ¿Por favor? Por favor te pedí yo, y mira ahora.- dije mientras lloraba- Por favor, ¿qué?- dije, y él se limitó a mirarme. A quedarse en silencio, a no importarle- nada entonces, por favor, nada.
-       Por favor no dejes que esta mierda te separe de mí, por favor…- dijo mientras las palabras se caían de su boca, se escapan, se desgarraban con dolor. Luego me cogió la cara y nos besamos. Pero, un beso de esos que duelen al alma, que expresan rabia, de esos que hacen daño, que no es pasión, que es dolor, y amor, dolor por sentir amor, de esos que no quieres que terminen nunca, de esos que se provocan mientras lloras, de esos con fuerza.
-       Y tú no dejes que esta mierda te separe antes a ti de mí, que a mí de ti.
-       Eso no pasará.
-       Quiero que me lo prometas, prométeme que esto no hará que te alejes de mí, no te obligará a hacerlo, no te llevará lejos de mí.
-       Hey, eso no pasará, pequeña- dijo acariciándome.
-       Qué me lo prometas, ¡hazlo!- dije llorando- hazlo y cúmplelo, te lo ruego.
-       Te lo prometo, no voy a dejar que esto pueda más que tú- y me besó, y mi universo se reconstruyó.
Y si alguien se pregunta por qué coño era tan imbécil de perdonarlo, era porque lo quería, y lo sigo haciendo, con todas las putas fuerzas de mi cuerpo, hasta la última arteria, la última vena, todos mis glóbulos rojos, y todas mis plaquetas, mis neuronas, mis jugos intestinales, hasta mis tendones, mis músculos, mis mitocondrias, los crujidos que conforman mis huesos, mis cartílagos, mis sus labios, los granulocitos que componen mi sangre, hasta la linfa que recorre mi cuerpo, los alveolos pulmonares que me hacen funcionar, con todo mi cuerpo, con todo y más lo quería, y nunca he dejado de hacerlo. Que pensaba que iba a explotar el corazón de sentir demasiado, de sentirme imbécil por depender hasta ese punto de alguien a quién a penas conocía un mes.
Se hizo un silencio, pero no un silencio incómodo, un silencio confortable, acogedor y los dos fuimos a recoger la ropa que habíamos dejado tirada a escasos metros.
-       ¿Cuándo es el entierro?- pregunté aunque no quería recordarle la situación, me interesaba saberlo.
-       Mañana a las doce- se hizo un pequeño silencio- pero no tengo pensado ir.
-       ¿No? Creía que lo harías.
-       Pues creías mal. No quiero verles la cara a nadie de mi familia, ¿para qué? Verles llorando lágrimas falsas y que crean que lo han querido por hacerlo, cuando realmente no han hecho nada para impedir que se muera- dijo con los ojos empapados. Más que de simples lágrimas, de rabia.
-       Como quieras- dije sin intención de presionarlo. Recogí mis cosas del suelo, y me terminé de vestir. Me quedé unos cuántos minutos esperando que dijera algo, y al ver que no lo hacía, decidí marcharme, más que nada, porque tenía que hacerlo- bueno, yo, me voy, si necesitas algo, me llamas.
-       Claro, luego te llamaré, supongo que te necesitaré- dijo con una sonrisa que desde mi punto de vista encarnaba más tristeza que alegría. Le di un beso leve, no quería agobiarlo, y me fui de allí. Por el camino hacia la moto, vi a un chico, medio atractivo, en dirección a Éric. Se dieron un abrazo. Éric estalló a llorar cómo nunca imaginé que lo haría. Y lo hizo porque creía que no lo veía. Supongo que serían buenos amigos.
Justo antes de subir a la moto, recibí un SMS. Era Margot, *Me has dejado preocupada, estaremos en mi casa a partir de las 7, luego me llamas. Te quiero*
Subí a la moto y apreté el puño más fuerte que nunca, en menos de 3 segundos, la imagen de aquella playa había desparecido de mis ojos.

domingo, 25 de marzo de 2012

25

Hola bloggers:) Bueno, como siempre, vuelvo a sentir la tardanza, pero, como siempre, aquí está. Gracias por leerme, de verdad, y me gustaría que me recomendarais, por favor. Aquí está el 25, que la verdad es que es diferente, y creo que necesitaba escribir un capítulo así, espero que necesitarais leerlo, además, lo considero bastante bonito. Bueno, no me enrollo más, un beso enorme y pedid siguiente. Love u.




-       ¿Quién era?- preguntó Margot refiriéndose a el sms que había recibido.
-       Nada especial- dije sonriendo un poco falsamente.- quédate a comer, ¿va? Voy a decírselo a mi madre.
Mientras bajaba las escaleras para hablar con mi madre, oí que lloraba mientras hablaba con alguien por teléfono. Me asusté mucho realmente. Observé la escena desde la puerta y cuando colgó me acerqué a ver que había pasado.
-       Mamá, ¿qué pasa?- dije un poco alarmada.
-       Hija, uf, es el padre de Florian, acaba de morir, hace poco más de 5 minutos.
-       ¿En serio? ¿Y Éric? ¿Está bien, Éric mamá?
-       Dice Camille que es el que peor está, tenía una relación magnífica con él, pero, y ¿ese interés por é...- y sin dejarle tiempo a terminar la frase, subí corriendo las escaleras para cambiarme e ir a buscarlo.
Entré apresurada en la habitación, y me puse algo rápido (http://www.polyvore.com/siempre_tuya/set?id=45697460)
-       Julie, ¿pasa algo?- preguntó Margot al ver mi cara de preocupación.
-       Nada, bueno, sí, bueno, luego hablamos- dije mientras salía corriendo de la habitación.
Cogí la moto y me dirigí a su casa, el viento me acariciaba la cara, mejor dicho, me la arañaba, arañaba mis prisas, parecía querer ralentizarme, arañaba mi corazón que tenía miedo por él. Llegué a la calle donde vivían, una urbanización de clase media-alta. Toqué al timbre del chalet, me abrió Camille, que al verme me abrazó, parecía destrozada, pero supongo que en realidad estaría mejor de lo que parecía, mantener la apariencia era lo único importante para esa mujer, y ahora lo pienso más firmemente que en aquel momento.
-       Lo siento mucho de verdad Camille. Aunque en realidad venía a ver a Éric- dije sin dar rodeos, necesitaba verlo rápido.
-       Esto… Éric se ha ido antes, está realmente mal.
-       ¿Dónde ha ido?
-       No lo sé, de verdad.
Suspiré, me di media vuelta y sin ni siquiera despedirme cerré la puerta de golpe y me volví a subir en la moto.
Arranqué, y aceleré, comencé a conducir en dirección a ninguna parte, estuve pensando dónde podía estar mientras el ruido del motor, y del tráfico de la zona me hacían distraerme en determinados momentos. Pensé que tal vez estaría en el barranco dónde estuvimos él y yo hace un par de noches. Fui allí pero nada, no estaba, ni rastro de él.
Bajé de la moto y me senté un rato allí, tal vez así, con todo París ante mis ojos sería más fácil encontrar algún sitio. Pero no, no había manera.
Después de estar una hora allí sentada, recibí un sms. *Te necesito. Playa. Cala oeste.* Me levanté deprisa y subí a la moto una vez más, esta vez con un destino claro. Arranqué, y aceleré todo lo rápido que pude. Jamás un trayecto se me había hecho tan eterno, los semáforos parecían programados para hacerme esperar, y el tráfico no ayudaba demasiado. Aunque supongo que era por el hecho de que nunca había necesitado con tanta ansia llegar a un sitio, al menos hasta el momento. Llegué dónde me había indicado, y bajé por un pequeño barranco hasta llegar a la cala, no había nadie, nadie salvo él. No me vio llegar mientras caminaba por la arena, bueno, probablemente lo hizo, pero quiso hacerse el interesante y fingir que no se había percatado de que yo estaba allí. Me acerqué y sin decir nada me senté a su lado. Estuvimos un par de minutos sin ni siquiera mirarnos, él giró la cara para hacerlo, luego me besó, despacio, con tristeza, con rabia pero con amor, el siempre me besaba con amor.
-       ¿Has estado en mi casa?- preguntó en voz baja.
-       Sí, fui a buscarte.
-       No vuelvas más a buscarme allí, nunca voy a estar, me voy a largar de esa jodida casa, no quiero volver a ver a mis padres en mi puta vida- dijo con rabia.
-       Pero, ¿por qué? ¿qué ha pasado?
-       ¿Qué ha pasado? ¡Mi abuelo está muerto por su puta culpa! Decían que era mayor para la quimioterapia, que aun así no duraría y que moriría igual. No hay más, es su culpa, y yo nunca se lo pienso perdonar- dijo apartándose una lágrima de la cara.
No dije nada, simplemente me acurruqué en su pecho y me perdí en él mientras notaba como sus brazos me agarraban y me acariciaba la cara con ternura. Se acercó a mis labios y los besó levemente, y luego ya no, luego me besó con fuerza, con pasión. Después comenzó por el cuello, pasando por el escote. Me quitó la camiseta, cosa que yo no creía que haría por su estado de ánimo, pero la verdad es que no me disgustaba. Siguió besándome el escote y luego bajó por la barriga acercándose al borde de mi pantalón. De repente, paró en seco, se acercó a mi oído.
-       Te quiero- solo dijo eso, ni siquiera tuve la fuerza suficiente para contestar, estaba sumergida en un puro e increíble éxtasis de sentimientos. Y aunque no conteste, le quería, joder, le quería extremada, loca y horrorosamente. Y digo horroroso porque me asustaba quererlo tanto, quererlo y que luego me jodiera. No le contesté pero le contestaría, se lo diría de manera especial. Luego le miré y sonreí- ven, vamos allí que no nos ve nadie, estaremos más tranquilos.
Se levantó. Y me cogió, como una princesa, tal vez parezca extremadamente cursi y pasteloso, pero aseguro que yo creía estar en las nubes. Luego, me llevó a un sitio más discreto, y me dejó tumbada en la arena, después se acercó a mí y lo abracé. Las ganas de hacernos propiedad mutua allí mismo se hacían cada vez más locas e inevitables. Le quité la camiseta, y le besé fuertemente. Luego él, me quitó los pantalones, la piel la tenía incluso erizada. Comenzó a darme besos por la parte del final de la barriga, y después, bajó besándome las piernas hasta llegar a los pies y quitarme los zapatos. Parecía querer memorizar mi cuerpo, hacerse propietario de él, y lo que no sabía, es que ya era suyo, ya era suya. Luego él se quitó los pantalones y los zapatos, y me acarició de nuevo la piel. Lo besé, con ternura, y después más rápido.
-       Nunca nadie te lo ha hecho ni te lo hará con tanto amor que yo- susurró.
Y lo comprobé, nunca nadie me lo había hecho con tanto amor como él, y sé que nunca nadie lo hará.

viernes, 24 de febrero de 2012

24

Heyyy! Cuánto tiempo otra vez, ¿no? Bueno, aquí os dejo algo, realmente no me entusiasma demasiado este capítulo, más bien nada, pero me apetecía hablar sobre eso. Intentaré subir más pronto el 25, pero no prometo nada, tengo muy poco tiempo para todo. Bueno, que eso, que pidáis siguiente y la recomendéis, ¿va? Muaccccccs. os quiero.





Margot suspiró, se ahuecó el pelo, y apoyó sus codos en la mesa, sujetando así con sus manos la cara, que tenía realmente destrozada.
-       Esto, viene de muy lejos, nadie sabe lo que es tener 8 años, y comprobar que a tus padres les das exactamente igual, que si por ellos fuera te vendían como a un muñeco. Lo que es llegar a casa y no sentir calor. Tener 11 años, y que tu madre ni siquiera te prepare un plato de comida, porque prefiere que te mueras de hambre- dijo con rabia y mientras empezaba a llorar- ver como las madres de tus amigas, iban a por ellas al colegio, y al verlas les daban un enorme abrazo, y sentir que tú, que no eres más que una niña, te tienes que ir sola a casa, sentir envidia de los padres de cualquier persona. No es que, te demuestren odio, ni te peguen, ni no te dejen libertad, es que simplemente les das igual. Naciste por nacer, no fruto de unos padres que te quieren, si no fruto de un puto condón roto.  Y te haces mayor, y no lo asumes, porque cada día, es igual, bueno, miento, cada día es peor. – hizo una pausa, se encendió un cigarro, y continuó hablando- Y lo único que quieres, es llamar su atención, hacer locuras, para que te riñan, para que te digan basta, para sentir que te prestan atención, que se preocupan porque hagas las cosas mal. Y con 11 años, empiezas a sacar malas notas, pero ellos siguen sin decirte nada, pasa el tiempo, y empiezas a meterte con la gente, no por nada, simplemente para que te vean, para que se enteren que existes.
-       Yo, Margot- dije, y me cortó, al igual que ella, yo lloraba igual, desconsolada, de ver que llegó a aquel punto.
-       Con 12, empiezas a maquillarte, a salir con chicos y a llegar un poco tarde a casa, con la esperanza de que un día tu madre te vea y te abofetee por hacer eso, pero tu cara sigue intacta, día tras día. Cumples 13, empiezas a beber, y a fumar, llegas a casa a las 12, incluso algún día entre semana también, pero ni siquiera les importa, como si te mueres, ellos seguirán con su vida, básicamente porque no notarían la pérdida, tú no eres nada para ellos. A los 14, fumas porros, te vas de fiesta cuando quieres, y también vuelves cuando quieres, tus amigas siguen ahí, pero te juntas a la vez con otra gente, malas influencias, y te apuras por acostarte con alguien un par de años mayor, para ver si se dan cuenta de que existes, pero singuen sin hacerlo. Tienes 15, y tu cara de demacrada hace que parezca que tienes 26. Te haces novio, lo llevas a casa y te lo tiras en su cara para ver si al menos te dicen algo, aunque sea que te cortes, y lo peor es que no, no lo hacen. Llega un punto en el que a pesar de que lo haces por ese motivo, se convierte en tu forma de vida, te controla, termina por ser tu manera de vivir. Sigues con 15 y te tiñes el pelo de rubio, a ver si al menos se dan cuenta, pero nada. 16, y todo sigue igual, pero de manera más bestia, te vuelves a tintar, esta vez de negro, ahora también te pintas los labios de rojo, llegas a casa a las 5 de la mañana todos los días, cada vez vas a peor, y te lo notas, te das cuenta que estás echando tu vida a perder, que todo el mundo te lo dice, pero no puedes cambiar tu vida, porque hasta que no se den cuenta de que existes, no lo harás. A los 17, todavía peor, te tiñes de pelirrojo, empiezas a consumir muchas cosas aparte de marihuana o hachís, y lo peor es que lo haces en su propia cara y sigue dándoles igual. Ya no puedes más, tu vida es una auténtica ruina, no queda nada bueno en ella a parte de tus amigas. Hasta aquí, esto es todo lo que me pasa, esto es todo por lo que soy así, esta soy yo…- dijo agachando la cabeza avergonzada- sé que no sabes que decir, pero a mí con que me abraces, me sobra.- y eso hice, con más fuerza y ganas que nunca, porque sabía que lo necesitaba más que nadie.
-       Gracias por esto, por contármelo, por desahogarte, sé que lo necesitabas. Te quiero mucho, no lo dudes.
Ambas nos calmamos y estuvimos riendo un rato, nadie me hacía reír como ella, era única.
Mientras estábamos allí, escuché como mi móvil sonaba, entré en la habitación y lo cogí, tenía dos sms. Uno era de ofertas de una compañía telefónica, que leí rápidamente y después borré, como hacía siempre. El otro era de él. * Espero que terminaras bien la noche, aunque habría acabado mejor si hubiera sido a tu lado. *
No lo entiendo, como una persona en tan poco tiempo se podía haber convertido en alguien tan especial, tan imprescindible en mi vida, tan oxígeno, tan combustible. Esa puta droga que me convertía en yonki, que me hacía volar, más alto que los aviones, más alto que nadie. Y no sé como, no sé que cojones tenía su sonrisa para que yo fuera tan adicta a ella. No sé que tenía que me hacía arder, explotar, sudar con solo una mirada. Llegar al éxtasis cuando rozaba mi piel. Tranquilizarme con el simple acto de acariciarme el pelo, con sus manos, que al besarle me atrapaban la cara, y yo me perdía en ellas, y en su olor, joder, su puto olor, su puto  perfecto olor. Aquello si que era droga, aquello era lo más adictivo que nunca había imaginado, él si que debía estar prohibido, era peor que la más dura de las drogas, pero no me hacía daño, me hacía feliz, y mucho, al menos hasta el momento. 

miércoles, 4 de enero de 2012

23

Hola lectores/as! Bueno, a los pocos que quedarán después de estar 2, sí, 2 meses sin subir capítulo. Y no, no es que sea un capítulo excelente y por eso haya tardado tanto, simplemente es que no he tenido tiempo. Entre las clases, los deberes, los exámenes, etc. Y bueno, lo siento muchísimo, de verdad, y lo sabéis. Gracias por apoyarme pidiendo que continúe la novela. Aquí os dejo el 23, que debería de ser mucho mejor en proporción a la espera, pero es lo que hay. Muacccccc.
Os quiero.



-       No te estarás confundiendo de chica, ¿no?- pregunté pícaramente.
-       No, te aseguro que no, reconocería a alguien así en cualquier lugar.
Y me besó, dios, sus besos eran los mejores que había probado en toda mi vida. Y pasé mi lengua por su perfecta dentadura, y creí que estaba en el cielo. Y es que es muy probable que estuviera allí.
El beso pasó de ser tierno, a apasionado, y por un segundo quise hacer el amor allí delante, porque no me podía separar de él.
Se me olvidó el enfado de la noche anterior, se me olvidó la espera de su llamada durante aquel día, se me olvidó todo. Su presencia me hizo olvidarlo todo. Pero como siempre, mi móvil interrumpió la situación.
*Conversación telefónica*
-       Gabrielle, ¿qué quieres?
-       Tia, ¿cómo que qué quiero? Pero si estabas aquí y has desaparecido.
-       Escucha, luego te cuento, no te preocupes, estoy bien, ahora después os llamo- dije y tras esto colgué sin brindarle a Gabrielle la oportunidad de contestarme.
*Cierre conversación telefónica*
-       ¿Pasa algo?- preguntó Éric.
-       No, nada, nada más importante que besarte.
Y está vez le besé yo, manejé aquella perfecta sinfonía entre sus labios y los míos. Y al terminar, sin pronunciar ni una sola palabra, me cogió la mano y me condujo fuera de aquel sitio, a respirar aire, aire que nos acariciaba la cara, me hacía sentirme única, allí, con vistas de todo París, al lado del hombre más increíble que había conocido.
El tiempo pasaba rápido a su lado, demasiado, más de lo que las agujas pueden correr. Era tarde, y pensé que era probable que mis amigas estuvieran preocupadas, así que decidí entrar a buscarlas. Entramos de nuevo dentro y cada uno se fue para un lado como si no hubiéramos estado juntos en toda la noche. Antes de ir a buscar a mis amigas, decidí entrar al baño, la puerta estaba cerrada pero no con pestillo, por lo que pensé que tal vez no habría nadie dentro. Al abrir vi un pelo pelirrojo que me resultaba muy familiar. La chica estaba agachada, apoyándose en la tapa, metiéndose lo que supuse que era una raya. No pude evitar quedarme mirándola en la puerta, llorando. Era mi amiga joder, estaba arruinando su vida. Iba tan ciega que ni siquiera se dio cuenta de que estaba allí, hasta que me acerqué y le pegué una hostia con más cariño que odio. Luego le tiré toda aquella porquería al suelo mientras ella me chillaba sentada en el suelo. La cogí del brazo y la saqué fuera con movimientos bruscos. Estaba furiosa. La saqué fuera del local, supongo que porque sabía que empezaría a chillarle y no quería llamar la atención.
-       ¿Qué mierda hacías?- le pregunté realmente enfadada- bueno, que hacías no, eso ha quedado claro- en ese momento Margot me cortó abalanzándose sobre mí y dándome un fuerte abrazo.
-       Lo siento, de verdad, pero no, no estoy bien, necesito ayuda, no solo con esto, no solo con esto, no estoy bien…- repetía mientras lloraba- no se lo digas a las demás, por favor, no lo hagas.
-       Está bien, no lo haré.
-       Perdóname, y ayúdame por favor, sabes que eres la mejor de todas, que algunas de nosotras somos unas falsas, que no estamos siempre ahí, tal vez no seas con la que más tiempo paso, pero sabes que no tengo tanta confianza con nadie como contigo.
-       Venga, ya no sabes ni lo que dices, hoy duermes en mi casa, mañana hablaremos de esto.
Le mandé un SMS a Gabrielle.
* Margot y yo ns vams mañana t cuent. Tq*
Ayudé a Margot a subir a la moto, y nos fuimos a mi casa. Eran las 3 de la madrugada, por lo que mis padres no verían a Margot tan… puesta, por así decirlo.
Subimos a mi habitación, le dejé un pijama cualquiera y le di una valeriana con el fin de que se relajara un poco. Yo me acosté, y notaba como Margot tenía dificultad para dormir, estaba excitada, y yo no me podía ni imaginar que se podría haber tomado aquella noche. Por fin logré dormirme, y supongo que Margot también.
A la mañana siguiente, me desperté sobre las diez, al notar que Margot no estaba durmiendo a mi lado. Me levanté de la cama preocupada, la busqué por la habitación, por el baño pero nada, no la encontraba. Hasta que un ligero olor a marihuana me condujo hasta el balcón que estaba en mi habitación y tenía vistas al jardín. Margot estaba allí, fumando, así, bien temprano.
-       Margot, ¿no tuviste bastante ayer?
-       Esto es para relajarme Julie, necesito evadirme, no puedo más, de verdad te lo digo- dijo y se sentó en una de las sillas que tenía en el balcón, yo hice lo mismo.
-       Pero, es que no te das cuenta que estás echando tu vida a perder, ¿o qué?
-       ¡¿Qué no me doy cuenta?! Y por qué crees que hago todo esto, ¿eh? ¿Por qué?
-       Pues no lo sé, la verdad, eso es lo que me gustaría saber.
Una lágrima negra, y oscura, tanto como la cantidad de rímel que llevaba a diario recorrió su cara, manchando aquella enorme capa de maquillaje. Se la apartó de la cara, suspiró, y comenzó a contarme aquello que siempre había ocultado, aquello que desde hacía meses llevaba guardado.
Porque no es bueno encerrar la tristeza, cuanto más te encierras en ti mismo y finges felicidad, mayor será el golpe cuando explotes, cuando ya no puedas más, cuando te sea difícil ocultar el dolor. Porque cuanto más falsas hayan sido las sonrisas, mayor es la caída.