lunes, 26 de noviembre de 2012

28

Él no contestaba y yo cada vez estaba más y más nerviosa.
-Vete-dijo secamente.
-No me pienso ir, ¿me oyes? No me pienso largar de aquí hasta que me digas qué cojones te pasa.
-Que te largues te he dicho- dijo de una forma un poco violenta.
-Pero vamos, a ver, ¿tú quién coño te crees que eres para tratarme así?- dije muy alterada.
-¿Y tú? ¿Quién coño te crees que eres para presentarte aquí y hacer lo que te dé la gana? ¿Mi novia? Porque no eres nadie.
No podía ser. Aquello no podía ser. No podía ser que una persona que había compartido conmigo ¿cuánto?, ¿5 tardes?, ¿6?, tuviera la capacidad de romperme con tanta facilidad como a un triste trozo de cristal que se te cae porque llevas las manos mojadas, no podía ser que una persona en apariencia tan desconocida pudiera abrirme en canal con tan sólo una frase. Es que ni mi puta mente en su momento más calculador y frío había roto a alguien alguna vez como él a mí en aquel instante, y es que, ¿por qué? ¿por qué alguien así me había hundido en tan sólo 10 segundos cuando ni siquiera nadie antes me había tocado? Bueno, el por qué estaba muy claro, pero creo que en ese momento me costaba admitir que me importaba tanto alguien a quien yo no le importaba nada.
Y para coronar el momento, pronunció: 
-¿A qué esperas para largarte?, ¿no te das cuenta que no pintas nada aquí?
Entonces, me limité a contestar:
-Me parece estupendo no importarte, porque sinceramente, tú para mí no eres nada, y si te preguntas qué hago aquí, simplemente es que follas bien, pero, ¿sabes? ojalá te pudras en este antro, ojalá cada parte de tu cuerpo se descomponga porque eso es todo lo que te mereces después de esto, ojalá conozcas el dolor de primera mano.- y si alguien pudiera haber estado dentro de mí en aquel momento, lo habría sentido, habría sentido como con cada palabra que salió de mi boca, una lágrima me caía, y por orgullo no me caía por fuera, no me caía por la piel, por orgullo de no mostrarlas me caía por dentro, me caía arañando cada músculo de mi cara, caía entre mis huesos y mis músculos haciéndome creer que sangraban, me dolían como cada piedra que tiran a una lapidada, como cada kilo a una anoréxica, me dolía como si se me saliese el alma por los ojos.
Cogí mis cosas, que había dejado sobre un sillón lleno de manchas de cosas que preferí no saber, y me marché, no sin antes decirle con una amplia, bonita e irónica sonrisa, "Cuídate".
Salí de allí, y me limité a quedarme dos horas sentada en las escaleras del rellano llorando. Por fuera y por dentro. Veía prostitutas salir de diferentes casas, camellos entrar y salir y demás. Cuando me disponía a levantarme sentí como unos ojos estaban puestos fijamente sobre mí, levanté la mirada y vi a aquel chico, Damian, Damien, Damen, o algo así recordé que dijo Margot. No me dijo nada, se limitó a mirarme y a entrar en el piso. Y me fui. Nome fui a casa, no podía estar allí, también era un infierno. Decidí ir a casa de la única persona que no me haría preguntas si notaba que no tenía intención de responder, que se limitaría a prepararme a algo caliente de beber y poco más. 
Pasé 3 semanas con ella, iba y volvía a clase, había visto a mi madre 4 veces o así y a mis amigas 2 aparte de en el instituto. Pero consideré que ya era hora de volver a casa.
-Muchas gracias abuela, de verdad-dije dándole un abrazo.
-Te dejo ir si prometes dejar de llorar por la noche- contestó ella guiñando un ojo.
-Está olvidado- dije, cogí mis cosas y fui hacia casa. Y, ¿lo estaba? Quiero decir, más o meno sí, pero siempre me iba a gustar, no era un chico común, pero eso no significa nada, el tiempo lo arregla todo. O al menos eso dicen.

[...]

Pasaron las semanas, así hasta un mes y medio y yo parecía tenerlo todo bastante olvidado, de hecho, una tarde fui a tomar algo a mi pastelería preferida, cuando se acercó un chico.
-¿Víctor Hugo? Vaya, no tienes pinta de leer literatura del romanticismo-dijo mientras leía la tapa del libro que tenía entre mis manos.
-La verdad es que no suelo, es para un examen de clase. Pero he de reconocer que me está sorprendiendo bastante.
-Encantado, soy Aitor-dijo sentándose en el asiento libre que quedaba enfrente mía.
-Oh-dije sorprendida- yo me llamo Julie- se hizo un pequeño silencio, pero no incómodo, por suerte- ¿vienes mucho por aquí?
-No, la verdad, he venido a comprar unos cupcakes para mi hermana,es su cumpleaños y dicen que los de aquí son los mejores.
-Sin duda, lo son- contesté sonriente. 
-¿Vas a la universidad de ahí?- preguntó dado que justo enfrente había una.
-No, yo voy al instituto todavía. ¿Y tú?
-¿De verdad? No lo parece, entonces, ¿me podrían denunciar por pederastia?- dijo riendo.
-Poder podrían, pero espero que no, si te meten en la cárcel no podrás probar mañana conmigo los cupcakes de aquí- contesté con sonrisa peligrosa.
-No sabía que...¡Ah!, entiendo. Mañana, a las cinco. 
-A las cinco entonces.-dije recogiendo mi cosas y dejando 20 euros sobre la mesa sin esperar el cambio.
Estaba realmente ilusionada, parece un chico interesante, era muy guapo y además me ayudaría a olvidar. Así que al día siguiente me arreglé, me vestí (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=64326230&.locale=es) y fui hacia la cafetería. Al entrar lo vi, sentado en la misma mesa en la que me encontró él a mí. Con el mismo libro.
-¿Víctor Hugo? Vaya, no te pega leer literatura del romanticismo- dije riendo.
-En realidad fue no tienes pinta, pero da igual- reímos ambos, y me senté.
-¿Le gustaron a tu hermana los cupcakes?
-Sí, al menos eso dijo.
Estuvimos hablando un largo rato, comiendo cupcakes, riendo. Hacía mucho que no tenía una cita así, bueno, una cita normal, digo. En ese momento, me sonó el móvil, y no, no era un número que tuviese registrado.
*Conversación telefónica*
-¿Si?¿Quién es?- pregunté.
-¿Juliette?
-Sí, soy yo.
-Mira, soy Damien- ¿Damien?¿el amigo de Éric?¿a qué santo aquello?- mira, te llamo para decirte que Éric está en el hospital-el corazón me dio un vuelco.
-¿Qué?-dije muy alterada- ¿en cuál?
-En Lariboisiere, habitación 238. Por favor, tienes que venir, sólo hace que preguntar por ti.
-Claro, en seguida estoy allí.
*Cierre conversación telefónica*
-¿Quién era?- preguntó Aitor.
-Era un amigo, es urgente, me tengo que ir. Lo siento, ya nos veremos.- y salí tan rápido como pude de allí.

7 comentarios:

  1. Genial, genial, genial!! Sigue escribiendo por favor!! :D

    ResponderEliminar
  2. dios dios dios dios otro yaaaaaaa me encanta *-*

    ResponderEliminar
  3. Ay maaaaaadreeeeeee que me encanta tu novela, eres grande mujer! No sabes cuanta ilusión tenía de que la continuaras, me encanta.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Sigue con la historia porfavor!!

    ResponderEliminar
  6. Se que llevas muchísimo tiempo sin escribir y que quizás no lo vayas a hacer más, pero si por casualidad llegas a leer este mensaje me gustaría que supieras que me encantaría que continuaras escribiendo. Me encanta la historia, me encantó desde el principio, nunca había leído una historia que se pareciera tanto a la mía y de verdad que me cautivó, escribes genial y vuelvo a decir que me gustaría que continuaras haciéndolo, desde luego aquí tendrás a una seguidora. Besos!

    ResponderEliminar